Por regla general, la plantación se realizará a principios de marzo, en un proceso planificado, para que más tarde la recolección se lleve a cabo en el momento óptimo de maduración de las plantas.
Al inicio, el tomate es regado abundantemente para adaptar la planta al suelo y para fomentar su arraigue. Este proceso se repetirá en varias ocasiones aportando nutrientes mediante fertirregación, lo que permite reducir los nutrientes a lo estrictamente necesario.
La planta del tomate es relativamente tolerante a la salinidad, lo que hace que nuestros suelos salinos de marismas sean óptimos y den un sabor especial a nuestros productos.
Durante el desarrollo de las plantas tomateras y su paso por los distintos estados fenológicos, se hace un seguimiento exhaustivo por parte de nuestro equipo técnico, dentro del Servicio Integral que oferta nuestra empresa. Las visitas semanales a las explotaciones y el contacto continuo con nuestros agricultores permite llevar un control riguroso de las plagas, enfermedades, abonados y riegos.
La recolección se lleva a cabo entre julio y septiembre, cuando el tomate se encuentra en su grado óptimo de maduración. Es, en ese justo momento, cuando se lleva a cabo este proceso. Una vez recolectado, el tomate es transportado a nuestras instalaciones donde es procesado ese mismo día.